SEyLA

Nace este blog con el único deseo de contribuir con un modesto granito de arena, al conocimiento y divulgación de las Aves Silvestres, muy en especial a la ESPATULA, desde un punto crucial en su trayectoria migratoria, la Bahía de Txingudi, no siendo ajeno ningún otro lugar donde la especie esté presente. Esperamos que este humilde proyecto contribuya a aumentar y consolidar el número de amantes y defensores de las Aves y sus Hábitats.

¡Gracias a los que nos visitáis y a los que aportáis vuestro saber hacer!


domingo, 2 de enero de 2022

BALANCE POSTNUPCIAL 2021

 



Cálidos saludos a todxs lxs amigxs de SEyLA



Como después de cada temporada, queremos presentaros lo que ha dado de sí el paso migratorio postnupcial 2021 de las espátulas por el estuario del Bidasoa, nuestra bahía de Txingudi.


Quizás algún día, esta recopilación de datos que venimos acumulando durante estos años, pueda servir para que quienes tienen la responsabilidad (y obligación) de gestionar ecológica y medioambientalmente el estuario del Bidasoa actúen en coherencia y, de una vez y para siempre, Txingudi pueda ofrecer todo su potencial en acogida de fauna, posibilitando que el espacio cumpla su función de lugar de paso, descanso y alimentación a las aves viajeras, como son, entre otras muchas, nuestras queridas espátulas.


Sin más preámbulos, vamos con los datos:

Para empezar, nos alegra mucho poder comunicaros que hemos vuelto a batir el récord de número de ejemplares contabilizados, llegando a alcanzar los 5 dígitos por primera vez. Solo pensar que a mediados del siglo XX apenas alcanzaban a un par de cientos las espátulas que se reproducían al norte de Txingudi, nos da una idea de la importantísima recuperación de la especie gracias al trabajo de restauración de sus hábitats vitales. Restauración que deseamos también para nuestro estuario, punto indiscutible y estratégico en su paso migratorio, como lo demuestran las cifras.



Como ya sabéis, en esta última temporada de cría se han colocado emisores GPS a unos cuantos pollos nacidos en Países Bajos para poder seguir sus trayectorias durante su viaje postnupcial. Pues bien, de los 12 ejemplares que entraron a la península Ibérica, 9 lo hicieron por Txingudi. Otros 2, atajando por el mar, entraron a tierra a apenas unos pocos kilómetros de nuestro estuario (Pasaia y Donostia) y la 3ª entró solo un poco más alejada, a la altura de Lekeitio.



No es una sorpresa, sino una constatación de algo que ya habíamos comprobado, que no es otra cosa que la gran mayoría de la las espátulas que entran a la península Ibérica lo hacen por Txingudi, con independencia de que luego sigan por la costa cantábrica o atraviesen la piel de toro en su camino a los cuarteles de invernada.



A una de estas espátulas, Jelle, ya le dedicamos la anterior entrada de este blog donde hablamos de su breve estancia, además nocturna, en Txingudi y sobre la falta actual de condiciones del estuario para la acogida de estas viajeras. Prueba de que Jelle, y del bando del que formaba parte, necesitaba un lugar de reposo y alimentación, es el hecho de que tras salir de Txingudi recaló en Urdaibai, donde si encontró las condiciones adecuadas y permaneció varias semanas antes de proseguir su viaje al sur.



Pero volvamos a los datos, las cifras, que es el motivo principal de esta entrada. Y lo vamos a hacer con las “pizarritas” para no perder la costumbre.

La “avanzadilla” empezó ya en julio, con la 1ª cita el día 16, y las últimas, las “rezagadas”, se dejaron ver el día 15 de noviembre.














Se puede comprobar que, del total de espátulas que vemos por Txingudi, son apenas algo más del 7% los ejemplares que sedimentan (ponen pata en tierra) Recalcamos las que vemos siendo bien conscientes de que algunas se nos escapan del conteo, bien porque pasan de noche (como ejemplo Jelle y su bando) o lo hacen en momentos en que no estamos mirando. Es imposible cubrir la totalidad de días y horas para un puñado de voluntarixs que aporta lo que está a su alcance.




Hay dos motivos principales para que la mayoría de las espátulas que pasan por Txingudi (92,5%) lo hagan sin pisar el estuario. Ambas causas, aunque e veces se solapan, están bien diferenciadas.




Primera causa, dos razones:

Por un lado, las mejoras ecológicas y de extensión de los humedales situados al norte del Bidasoa, hacen que las espátulas a su paso por Txingudi lo hagan bien descansadas y alimentadas. Eso se aprecia en los bandos que cruzan nuestro espacio con decisión y energía, sin mostrar el mínimo atisbo o intención de bajar.




Últimamente, los finales de verano y comienzos de otoño, no presentan las mismas condiciones meteorológicas que años atrás. El tiempo bonancible, despejado o casi despejado y con vientos suaves y favorables durante las fechas de paso, facilita que las espátulas puedan seguir volando sin necesidad de detenerse.




Es decir, ejemplares en buenas condiciones físicas unido a buen tiempo, son el principal motivo para que estas espátulas no “necesiten” recalar en Txingudi. Esto nos anima al pensar que son factores positivos para el futuro de la especie y, de paso, nos permite disfrutar del paso de grandes grupos que alcanzan incluso los 200 ejemplares. Una gozada indescriptible ver estos enormes bandos cruzar por nuestro “espacio aéreo” cargados de energía. Todo un espectáculo natural.




Segunda causa, la dolorosa:

Lo que más nos preocupa, en una mezcla de rabia y pena, es cuando las condiciones no son favorables (mal tiempo y/o ejemplares debilitados) hace que las espátulas que aparecen necesitando parar en Txingudi, no encuentran las condiciones adecuadas para poder hacerlo o durante el tiempo necesario.




Como bien sabemos, el estuario del Bidasoa es un espacio pequeño, apenas un vestigio del original, intensamente antropizado y plagado de perturbaciones. Precisamente por eso, su restauración (inconclusa y mal gestionada) es la principal causa de que Txingudi no alcance el potencial que aún conserva para la acogida de las aves migratorias que necesitan de este espacio en un tránsito vital como lo son las escalas durante su migración.



El problema es grave, complejo y prolongado en el tiempo, evidenciando el desinterés de las administraciones responsables y el incumplimiento de los compromisos adquiridos, muchos de ellos papel mojado. Posiblemente no sea este el lugar más adecuado para abordad el problema (quienes deberían hacer algo no leerán este blog) pero no podemos menos que dejar constancia de lo que está pasando aquí.



¿De qué sirve realmente que un humedal como Txingudi cuente con las mayores figuras de protección internacionales de la Red Natura 2000 Europea, tanto como ZEPA y ZEC, si las administraciones responsables (Gobierno Vasco, Diputación Foral de Gipuzkoa y los ayuntamientos ribereños de Irun y Hondarribia) no trabajan decididamente por alcanzar los objetivos de conservación que se marcan en el documento de gestión donde están recogidos?

La absoluta inacción tanto del Gobierno Estatal como de la propia Comisión Europea, junto a la desidia de nuestros gobernantes más cercanos, nos han traído y nos mantienen en una situación inaceptable, por mucho que se llenen las bocas con propaganda en la que hablan del medio ambiente y su biodiversidad.



Pero no podemos quedarnos solo con el mal sabor de boca y la indignación cuando el seguimiento de las espátulas nos brinda momentos especiales y bellos. Momentos que, desde sus despachos, no viven quienes tienen la obligación de gestionar debidamente el espacio. Puede que cambiaran de actitud si compartieran con nosotrxs alguna jornada “espatulera”, pero igual es pedirle peras al olmo.



No cabe duda de que, para nosotrxs, contar las espátulas que pasan por Txingudi no es una tarea fría, notarial y científica, es una pasión cargada del placer de admirar la belleza natural en un enclave que concentra en su paso a la gran mayoría del contingente de ejemplares de la población del norte de Europa.




Ser testigos, en primera fila, de la belleza de las propias espátulas y sus formaciones en vuelo, hacen que no podamos menos que admirarlas y emocionarnos, conectándonos, de alguna manera, con la naturaleza que nos rodea. Un privilegio compartido y por lo que ilustramos esta entrada con una pequeñísima muestra de los miles de fotos que les hacemos a su paso por Txingudi.



La cosecha de anillas, como últimamente, ha sido regular, pero tampoco podemos esperar mucho más dadas las circunstancias. Hemos leído con certeza unas 40 cuyos historiales de vida iremos desgranando en sucesivas entradas.

Aunque a algunos nos toca hacer la labor de secretaría, llevando las cuentas y redactando actas, SEyLA la conformáis todxs quienes nos pasáis datos de observaciones y/o fotos con las que podemos completar nuestra tarea y hacerla colectiva.










Un viejo y sabio refrán dice: “Un grano no hace granero, pero ayuda al compañero”. Pues eso, muchísimas gracias a todxs quienes año tras año no dudáis en participar en este humilde proyecto de seguimiento de las espátulas por Txingudi que, sin vosotrxs no sería posible. Gracias extensivas a quienes nos mandáis citas también dese otros lugares. Las espátulas son las mismas y nuestra pasión más que parecida.



Como despedida, de esta entrada, esta foto que es de los 2 últimos ejemplares que aparecieron por Txingudi en una parada breve, cerrando el conteo del pasado postnupcial 2021. Da la casualidad de que ambos portan anillas y de distintos orígenes, pero no siempre dos mitades suman uno.




Que el 2022 que ahora comienza, nos traiga mucho y buen espatuleo.

Ya os estamos echando de menos.